La búsqueda de la pantera negra


por

Miguel Monteiro

Becario de conservación

Miguel es un apasionado conservacionista afincado en Brasil que se ha dedicado por completo a la conservación de la vida salvaje en los bosques tropicales. Tras licenciarse en Río de Janeiro, se trasladó a un pequeño pueblo de la Amazonia para empezar a trabajar en el Instituto Mamirauá, una organización social que desarrolla proyectos de investigación y conservación junto con las comunidades locales. Tiene experiencia en el trabajo con cámaras trampa, pero en los últimos años ha investigado sobre los conflictos entre los seres humanos y la fauna silvestre que implican a los jaguares y las comunidades tradicionales del Amazonas.

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27 de octubre de 2022

La búsqueda de la pantera negra

 

Una ligera lluvia resbalaba por las hojas del denso bosque, brillando mientras el sol de la mañana penetraba entre las nubes. Una tropa de monos capuchinos y ardilla pasó ruidosamente por encima de nuestras cabezas mientras nos deslizábamos por el bosque inundado en canoas. Nuestro grupo se movía en absoluto silencio, salvo por el ocasional pitido emitido por nuestro equipo, que coincidía perfectamente con el rítmico latido de mi corazón, desbordante de excitación. Escuchábamos atentamente el sonido que captaba nuestra antena de radio y que nos indicaba por dónde ir y a qué distancia estábamos de nuestro objetivo. A medida que nos acercábamos a una enorme higuera, la señal de radio se hacía más fuerte. Aunque nadie dijo nada, la sensación fue unánime: tiene que estar aquí. Rodeamos el árbol con la cabeza inclinada hacia arriba y los ojos escrutando cada rama y cada hoja. Una figura negra y voluminosa se divisó a unos 20 metros del árbol, tumbada sobre una gran rama. Sus enormes patas colgaban perezosamente a cada lado. Unos ojos color ámbar nos observaban atentamente, contrastando con el pelaje negro como un fuego en la noche. Estábamos cara a cara con un jaguar negro(Panthera onca).

Un jaguar negro macho está siendo observado en la selva amazónica por el equipo de investigación del Instituto Mamirauá. Fotografía: Miguel Monteiro

El pelaje oscuro del jaguar es el resultado de una mutación genética llamada melanismo que produce cantidades excesivas de melanina, un pigmento que vuelve negro el pelaje. A pesar de la diferencia de color, los jaguares negros son de la misma especie que los jaguares moteados normales, pero a veces se les llama "panteras", nombre común utilizado para otros felinos salvajes melánicos como los leopardos. Este individuo en concreto estaba siendo observado como parte de un proyecto de investigación dirigido por el Grupo de Investigación Ecología y Conservación de Félidos en la Amazonia del Instituto Mamirauá. Al principio, a principios de cada año, entre los meses de enero y marzo, nuestro grupo sale al campo para intentar capturar y poner collares a los jaguares salvajes. Durante esta época del año, el nivel del agua en la Reserva de Mamirauá está subiendo, y como toda la reserva se inunda, la cantidad de tierra disponible disminuye constantemente. Los jaguares se mueven a lo largo de estos tramos de tierra restringidos, que es exactamente donde colocamos nuestras trampas para maximizar la posibilidad de capturar un individuo. Este año, nuestro grupo sólo pudo capturar un jaguar, un macho negro que pesaba 61 kg. El animal fue sedado por un veterinario y se le colocó un radiocollar GPS. También medimos al jaguar y recogimos muestras de sangre durante el procedimiento. De este modo podremos recabar información sobre los movimientos y el comportamiento del jaguar, así como sobre su estado de salud y su genética.

Momentos después de que el jaguar negro fuera capturado en una de las trampas de nuestro equipo y justo antes de ser sedado por el veterinario. Foto: Miguel Monteiro
Una vez sedado, el jaguar fue pesado, medido y se le tomaron muestras de sangre. También se le colocó un radiocollar GPS. Foto: Marcos Brito

Una vez que el jaguar está equipado con el radio-collar GPS, podemos acercarnos a él en la naturaleza para monitorearlo y observarlo. Esta actividad sólo es posible, sin embargo, alrededor de los meses de mayo a julio, cuando el nivel del agua está en su punto máximo en la Reserva Mamirauá y los jaguares exhiben un comportamiento único de adaptarse a un estilo de vida semi-arbóreo en los árboles (leer más sobre este comportamiento aquí). Para observar al jaguar, nos dirigimos a la última ubicación GPS registrada por el collar y localizamos al animal utilizando la señal de radio. Como toda la selva está inundada, nos desplazamos en canoas, que también nos permiten avanzar silenciosamente por la jungla. No es fácil localizar a un jaguar camuflado de forma natural entre el denso follaje, pero con ojos bien entrenados y un poco de paciencia solemos tener éxito en los avistamientos. Una vez localizado el animal, observamos su comportamiento y recopilamos información sobre el entorno. A lo largo de los años, nuestro equipo ha podido observar jaguares en cortejo, hembras con crías e incluso un jaguar abalanzándose sobre un mono.

El turismo de observación de jaguares se ha implantado como una forma alternativa de ingresos para las comunidades locales, así como una oportunidad de financiación para nuestro grupo de investigación. Foto: Miguel Monteiro

Con la oportunidad de observar jaguares salvajes al alcance de la mano, nuestro grupo de investigación se asoció con una iniciativa de turismo comunitario llamada Uakari Lodge para llevar a un pequeño número de turistas una vez al año a intentar avistar los jaguares que monitorizamos. De este modo, parte del dinero generado por esta actividad financia nuestros proyectos de investigación y otra parte se destina a las comunidades locales. Dado que las comunidades locales se benefician directamente del turismo de observación de jaguares, esto repercute en las relaciones entre humanos y jaguares en la región. Un nuevo estudio realizado por nuestro grupo de investigación demostró que los aldeanos locales son más tolerantes con la presencia de los jaguares y tienen actitudes más positivas hacia la especie en comparación con las personas que no se benefician del turismo.

Investigadores, miembros de la comunidad local y turistas se desplazan en canoas por la selva inundada para observar jaguares.

En conclusión, la búsqueda de la pantera negra ha aportado valiosa información científica. Los datos genéticos y las estimaciones del área de distribución de los jaguares con collar se han utilizado en estudios sobre el área de distribución y en planes de acción nacionales para la conservación de la especie. Asimismo, los novedosos estudios epidemiológicos realizados con muestras de sangre de jaguares sedados están generando importantes resultados que orientarán las estrategias de gestión local para minimizar el impacto sobre la población de jaguares. Además, las actividades turísticas que giran en torno a la observación de jaguares han proporcionado financiación para nuevas investigaciones y han ayudado a fomentar una relación más sostenible entre las comunidades locales y los jaguares.

 

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