¿Por qué debemos conservar los bosques?


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Rut Mottoccanchi

Conservation Leader

Profesional en Ecoturismo, especializada en desarrollo de emprendimientos con impacto ambiental y social. Con experiencia en diseño de espacios participativos para comunidades amazónicas y mentoría a jóvenes en el desarrollo de emprendimientos en etapa temprana, dentro y fuera de áreas naturales protegidas.

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July 22, 2021

¿Por qué debemos conservar los bosques?

 

No he encontrado manera de responder esta pregunta sin conectarla con lo que me ha movido durante los últimos años a dar cada paso de aprendizaje sobre la vida en “el monte” (como la llamamos coloquialmente en Madre de Dios). 

Cinco años atrás, en un proceso de recopilación de materiales audiovisuales para difundir información amena para la población local (sobre el valor de recursos que tenemos en el departamento), visité Explorer’s Inn, el primer lodge de ecoturismo de la región. Lo escogí por la trascendencia de su historia en la conservación. Venía restaurando su servicio recientemente y me sentí feliz de que me dieran la oportunidad de explorar el corazón de la Reserva Nacional Tambopata, el área natural protegida más cercana a la ciudad donde vivo, Puerto Maldonado.

Inicialmente, sólo tomaría fotografías, vídeos de la vida silvestre y la experiencia turística para redactar artículos multimedia. Sin embargo, los amigos del lodge me alentaron a atreverme e ir por más, como hacer entrevistas a los viajeros e investigadores que se encontraban en el lugar.

Acepté hacer las entrevistas, sin tener la menor idea de cómo ordenar las tantas preguntas que podría realizar si no tenía objetivos claros al formularlas. Ante el claro bloqueo que estaba atravesando, sólo surgió una: “¿Por qué debemos conservar los bosques?” Una pregunta que parecía tener respuestas simples y que podría servir para redactar un artículo. 

Entre las heliconias se abre el camino al lodge de Explorer’s Inn

Lo bueno

Las respuestas que obtuve fueron interesantes; los viajeros manejaban información del territorio en el que estaban de visita. Con el regocijo por encontrarse en un lugar privilegiado por su biodiversidad, comenzaron a comentarme de los servicios ecosistémicos con los que los bosques nos benefician: son hogar de culturas milenarias que transmiten conocimiento de generación en generación, son nuestro medio de vida para los que habitamos en la Amazonía, los beneficios como tener cuencas que alimentan el río más largo del mundo ( río Amazonas), el privilegio de contar con bosques vírgenes que son hábitats de árboles (que se encargan de capturar las emisiones de carbono), y polinizadores y dispersores de semillas que mantienen la producción.

La torre de flujos SAGES en Tambopata, además de ser mirador para la actividad turística, cuenta con instalaciones para el estudio de los gases de efecto invernadero en la zona.

Lo malo

Realzaron que estamos poniendo en peligro estos beneficios por la desmesurada deforestación local y, a mayor escala,  la degradación global ambiental a la que todos de alguna forma contribuimos (y por ende aceleramos el calentamiento global). Expresaron  preocupación por la exposición que tendremos cuando ocurra la escasez de recursos hídricos. Es más, corremos el riesgo de incrementar la lista roja de especies en peligro de extinción (y nunca conocer especies desconocidas e indocumentadas). Finalmente, quizás el resultado más vergonzoso de todos sería la integración forzada de comunidades aisladas voluntariamente debido a las acciones de fuerzas externas. 

Grandes extensiones de nuestros bosques son destruidos para el desarrollo de actividades poco amigables en Madre de Dios.

El compromiso

Empero, entre los beneficios y problemas en torno a los bosques,  una intervención capturó mi atención—el mensaje de Erik Hsu. Él era un joven, aparentemente de mi edad, que visitaba Tambopata en calidad de asistente de investigación. Erik transmitía con mucha naturalidad en la primera parte de su intervención; además de la respuesta a mi pregunta, una responsabilidad más personal de porqué se debía proteger los bosques, especialmente el de Madre de Dios.

“Es muy importante proteger el bosque tropical, especialmente en la región Madre de Dios, porque su diversidad es uno de los más altos del mundo… Necesitamos trabajar muy duro para proteger y conservar este ambiente para que las futuras generaciones puedan disfrutarlo…” 

Reflexión

¿Cómo atravesamos esa línea delgada de simplemente conocer el valor de nuestro entorno y sus problemas, para asumir compromisos y actuar por los bosques y vida en sus diferentes expresiones?

Antes, no me atrevía a publicar ningún artículo sobre por qué debemos conservar los bosques. El inicio de la propuesta básica de comunicar lo valioso que es Madre de Dios, y la reflexión que tuve con el mensaje anterior, me han conducido a involucrarme más con los lugares que fueron mi hogar durante los últimos años. 

Uno de los tantos clips que disparé al viajar por el río Tambopata.

Conocer y convivir con el entorno

La naturaleza ha sido apremiante desde entonces. He recorrido casi toda mi provincia, Tambopata, para responder mi propia pregunta. He vivido un sin fin de aventuras intentando resolverla. Algunas, no las habría imaginado ni en las más locas alucinaciones. Tres de mis favoritas involucran: un lago, insectos y un felino.

El Lago Cocococha 

He visitado la mayoría de los lagos de Tambopata, pero el que me fascina es el Lago Cocococha. Su ubicación estratégica en la Reserva Nacional Tambopata y la poca afluencia de personas en la zona, transmite la verdadera sensación de libertad que gozan las especies que habitan en el lago y sus alrededores. He visto el caimán negro (Melanosuchus niger) más grande de todos mis registros paseando a sus anchas. Otra vez, conté a la familia más numerosa de lobos del río (Pteronura brasiliensis) brincando con placer. También vi una Agami (Agami heron).—no hay punto de comparación entre una fotografía suya y observarla en su hábitat natural, es realmente hermosa. Cococha no es muy grande en comparación a los demás lagos, pero su belleza paisajística es apremiante desde que se llega a su puerto. 

El lago Cocococha transmite la sensación de ser una especie silvestre más.

Compañeras luciérnagas 

Una de mis mejores amigas y yo perdimos la noción del tiempo por tomar fotografías del atardecer, mientras esperábamos observar algún águila arpía—tal como lo habían reportado los guías de turistas en las últimas visitas realizadas a la Torre de gases de Explorer’s Inn. Confiadas por conocer la ruta y de que no nos ganaría la hora, no llevamos linternas para retornar.

Muy tranquilas al respecto, iniciamos la caminata de vuelta al lodge ya en la oscuridad, al tanto que pequeñas lucecitas comenzaban a danzar entre los arbustos y árboles que bordean la trocha. Entre el abrir y cerrar de ojos, estábamos rodeadas de miles de luciérnagas que cubrieron incluso nuestras ropas. Y lo más increíble es que nos acompañaron en todo el recorrido hasta llegar a nuestro destino. 

Alrededor de la torre de gases SAGES se puede observar árboles de shihuahuaco (Dipteryx micrantha), donde usualmente anidan los águilas arpías.

¡Un jaguar!

Los jaguares (Panthera onca) en Tambopata, fueron uno de mis principales impulsores para salir del confort que podría brindar el ejercicio de otras líneas de mi carrera. Durante los últimos años, antes de iniciar mi proyecto personal no había muchos reportes de esta especie en la zona. Pero, coincidentemente al iniciar mis salidas, comenzaron a registrarse avistamientos en la ruta que empezaba a frecuentar entre el río La Torre y Tambopata. 

Cada salida a la ruta me emocionaba por representar una oportunidad más de poder verlas, me tenían encantada las anécdotas de todos los guías que llegaban a la oficina a contar sobre cómo, dónde y cuándo vieron a quien ya consideraba mi amigo jaguar. ¡Ya me tocaría!

Pasaron cuatro años, entre muchos viajes dentro y fuera de la región. Cada vez que recorría por el río Tambopata, enfocaba la mirada a las orillas y cruzaba los dedos. Hasta que un día, oportunamente en Explorer’s Inn, llegó  el anuncio: ¡Jaguar a la vista!

Los que estábamos en el lodge subimos a una canoa y salimos a su búsqueda. A orillas del río Tambopata, encontramos descansando la creatura que más emociones había despabilado en mí, tenía la mirada tierna y  daba la sensación de alardear con nuestra presencia. Antes de tomar fotografías, me quedé observando al jaguar unos segundos eternos; la selva se veía en sus ojos, yo me veía en sus ojos. 

Uno de los momentos más esperados en la selva es encontrarse con este amigo. ¿Es el tuyo?

Aunque no tengo una respuesta particular que sea contundente de por qué debemos proteger los bosques, he aprendido que todos merecemos tener nuestras propias vivencias dejándonos envolver con la esencia de estas áreas naturales. Y para garantizar esas experiencias, nos debemos el compromiso constante de cuidarlos.

 

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